¡No olvidemos lo que ocurrió este año!

“Esto es increíble y seguramente irrepetible en muchos años”. Esas fueron las palabras que le dije a mi abuelo al conocer el resultado del palpitante e histórico quinto partido entre Unicaja y UCAM Murcia. Sinceramente, pese a ser un habitual espectador neutral en cada playoff de Liga Endesa (ya que mi equipo nunca llega), en esta ocasión me posicioné con los pimentoneros. No sé si fue por proximidad, por empatía, o por amor al drama, pero lo cierto es que me moría de ganas por ver una final entre Real Madrid y UCAM Murcia.

Este hecho ya es historia del baloncesto español y yo he tenido la gran suerte de vivirlo, aunque fuese a través del televisor. En la temporada 97-98, en la cual aún no había nacido, el TDK Manresa obtuvo un inesperado billete a la final de la ACB tras eliminar al Real Madrid por un contundente 3-1, ganando posteriormente el título frente al Baskonia. En esa temporada regular los manresanos finalizaron quintos, un puesto por encima del actual UCAM Murcia – para aquéllos a los que les interesan los datos supersticiosos y las combinaciones entre distintas temporadas – y se llevaron el título, para sorpresa de todo el mundo, incluso de los propios jugadores. 

Volvamos a los playoffs 23/24, porque así se lo merecen sus protagonistas, porque la clasificación para disputar la final ha sido trabada, con muchos vaivenes de emociones que no le han permitido disfrutar de las victorias ni lamentarse por las derrotas. Si a los jugadores, entrenadores y directivos murcianos se les entregara un folio en blanco para que redactaran el viaje hasta llegar a la final, seguramente la página se llenaría rápidamente de anécdotas y aún no habrían llegado al apartado dedicado a la semifinal ante Unicaja.

El UCAM hizo algo que nunca había ocurrido en la historia: llegar a la final perdiendo todos los partidos de casa. Si le contáramos a un ciudadano ajeno al baloncesto que un equipo ha conseguido clasificarse para la final habiendo perdido todos los partidos de casa, estando el Barcelona y el Madrid en la competición, jugando sin factor cancha todas las eliminatorias, sin sus pívots de referencia, habiendo fichado a un cinco que acababa de descender con su equipo en Francia, y atesorando un presupuesto situado en la parte inferior de la tabla…… posiblemente no se lo creería o incluso pensaría que le estoy mintiendo. No hay una explicación simplista y generalizada para describir el acontecimiento; el resultado (que no siempre es de tal magnitud) ha sido el trabajo de una infinidad de años por parte del club, que como bien apuntaba Sito Alonso, nunca se acomoda. 

Desde la llegada de Alonso a la Región, los pimentoneros no han parado de crecer. Hay que recordar que el madrileño cogió al equipo en una alarmante situación, codeando con los puestos de descenso. Recuerdo que, tras un partido vital en casa en el que sólo valía ganar contra Gipuzkoa Basket, el equipo se disolvió y casi perdieron el basket average. Si no llega a ser por el triple inverosímil del neerlandés Charlon Kloof, los rojillos hubieran descendido hasta la última plaza con tan solo un mes restante de competición. No obstante, la semana posterior, en otro partido marcado en rojo, el UCAM sacó la valiosísima victoria en el Olímpic de Badalona, para posteriormente certificar la permanencia en el Palacio contra Unicaja con un palmeo ganador de Dino Radončić. Una situación que se antojaba complicada, teniendo en cuenta el calendario, terminó convirtiéndose en una fiesta para la hinchada local, que acabó saboreando el triunfo en la última jornada contra el Herbalife Gran Canaria. Un fin de temporada apoteósico que permitió a los murcianos quedarse en la Liga Endesa al menos una campaña más. 

Desde el final de aquel día se fue construyendo el proyecto UCAM, primero comandado por Jose Luis Mendoza y posteriormente relevado por su esposa, María Dolores García Mascarell, ante el fallecimiento del citado. Por otro lado, el club siguió confiando en las capacidades de Sito Alonso y en la maestría de Alejandro Gómez, que cada año incorpora talentos que salen revalorizados en el mercado y, consecuentemente, depositan dinero en las arcas del club. Se puede intuir que buscaban un proyecto continuista en lo que a despachos y entrenador se refiere, y que a lo largo de las temporadas se confirma que ha funcionado a las mil maravillas. 

Con Sito en el banquillo se han conseguido dos clasificaciones a la Copa del Rey, una clasificación a la final de liga, y la posibilidad de jugar la Final Four de la BCL, un auténtico éxito teniendo en cuenta los recursos que barajan los murcianos. Para un equipo de “perfil medio”, el hecho de asentarse y competir excelentemente en una liga tan competitiva como la ACB, enseña a otros clubes que también vienen de Leb, como en su momento fue el UCAM, que se puede. Que se puede aguantar entre dos y tres temporadas si se hace el trabajo bien, con coherencia, prudencia y respeto. Ejemplo de ello son el mencionado Murcia, el Basket Zaragoza, La Laguna Tenerife y Monbus Obradoiro que, aunque acaba de descender, en total estuvo 13 temporadas en la élite.

Se cierra el capítulo de esta temporada para el equipo murciano, uno que se quedará grabado en las memorias de muchos aficionados. Pero el baloncesto sigue y, aunque en el deporte este tópico lamentablemente está cada día más presente, casi nadie se acuerda del pasado si el futuro no promete e ilusiona. No obstante, bajo la sabiduría de la dirección murciana, el UCAM volverá la temporada que viene a demostrar que lo ocurrido este año no fue sólo un espejismo, sino una realidad a mantener.